Tratar de resucitar el aire que no derrama
su aliento sobre mi rostro envuelto por emociones enredadas y voces que no razonan, sino que contaminan el
alma con cenizas oscuras mientras soy un mero fragmento que no avanza, sino que se cierra como el ocaso. No obstante, ¡que
llueva, si es preciso, sobre mi lecho exento de calma! ¡Que acabe lo
que se ha empezado! Pero que el viento no me culpe ni me elija para volver a deambular por aquel estrecho laberinto que ya conozco...
© Propiedad
Intelectual. Charlotte Bennet.